POR LINDSAY MARTÍNEZ
“Es momento de quitarme los escombros del pasado, es momento de renacer y permitirme habitar en una segunda piel”
Amasai
Por tiempos inmemorables y a través de diferentes culturas, el agua ha sido considerada un elemento de sanación, fluidez, limpieza, purificación, regeneración, nuevos comienzos, salvación y sabiduría.
Para los mesoamericanos el ritual del temazcal no sólo significa renovación y desintoxicación física sino espiritual; para los cristianos el bautismo significa nacer de nuevo; para los indios americanos el agua simboliza constancia y cambio; para los mayas el agua se reconoce como un sistema vivo, significa la vida, y va siempre en el presente, de ahí que va íntimamente ligada con la conciencia humana, con la conciencia del agua Criatura-Universo, ya que todo organismo viviente requiere de agua para sobrevivir, entre el 60-80% de los seres vivos está constituido por agua y el 75% del planeta Tierra es agua, por ello es “vitalidad”.
Y ante mi necesidad de vitalidad, el agua se volvió la fuente de sanación que mi cuerpo y mi alma necesitaban, pues a pesar de sentir más claridad y paz en mi vida, aún había secuelas de dolor, impureza y suciedad, parecía que, aunque había sobrevivido a la violencia ahora era yo la que día a día atentaba contra mi sexualidad, contra mi plenitud, contra mi femineidad, así que opté por hacer mías las propiedades del agua; entendí que al agua se le habla, se le conversa, se le acaricia, se le transmiten alegrías y tristezas, se le respeta y se le cuida, porque el agua piensa, siente, reflexiona, vibra, llora y también se entristece.
Así que empecé a tratar al agua con amor y respeto, para poder recibir de ella amor y respeto; empecé a realizar infusiones de hierbas antes de bañarme, hierbas que no sólo bebía, sino que me lavaba con ellas, también utilicé cristales de amatista en agua con la que me bañaba y a su vez bebía. Debo comentarles que cada cristal tiene una propiedad especial que ayuda al cuerpo, vibramos en energía y reaccionamos a las piedras: nuestro cuerpo en parte es agua, en parte es polvo; en este sentido, me gusta pensar lo que dicen los científicos, que estamos hechos de polvo de estrellas, pues los elementos que están en nuestro cuerpo son los mismos elementos con que se formaron las estrellas.
Hoy puedo decir, desde mi experiencia, que la teoría del Dr. Masuru Emoto de que el agua graba las intenciones de cada uno y se las devuelve, fue cierta en mi vida; él quería convencer al mundo que el agua es “el alma del universo”, que es conciencia líquida, que la estructura molecular del agua registra las vibraciones de sonidos, de colores, de formas, de palabras, de emociones y de pensamientos y que a través de los cristales de agua se transforma en formas hexagonales simétricas y hermosas o en manchas amorfas y oscuras, dependiendo si la energía o vibración a la fueron expuestas era de amor u odio.
Así, no sólo acompañaba mi ducha de agua infusionada en hierbas y en gemas, sino en música de alta vibración. Cada baño me ayudaba a abrir la energía de mi cuerpo e ir limpiando mi mente, fue así como se crearon estos 7 baños:
1. Diente de león acompañado de obsidiana.
2. Caléndula y piedra de luna
3. Romero y ojo de tigre
4. Jazmín y jade
5. Menta y turquesa
6. Lavanda y amatista
7. Lavanda y cuarzo cristal
El poder curativo de plantas y gemas contribuye a la limpieza física y emocional, por lo cual el baño consciente en hierbas y la toma de infusiones en piedras son una alternativa que contribuye sanar la sensación de impureza, desde el amor, en forma refrescante e higiénica.
El agua tiene memoria y vibración, es por ello, que beber agua cargada de cristales, sin duda alguna, causará una transformación positiva en nuestro cuerpo físico, mental y espiritual y si tomamos agua con una buena estructura interna puede beneficiarnos ya que adquirimos sus propiedades. El agua, el aire, el sol y la tierra son los elementos que forman al mismo hombre.
Hoy entiendo que el agua es vida, un regalo que llega a la tierra desde el cielo, que alimenta nuestro ser y nos da vida, todo es sagrado y cumple una función; al hacer de todo esto un ritual consciente de sanación y purificación, realicé en mi ser un proceso que me permitió quitar los escombros del pasado, desde el amor entender mi papel en el presente y así, renacer en una segunda piel.
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