Tres de tres...
La sorpresa de la gran cama de algodón
por Alejandra Ledesma
¡Hola!, otra vez yo contándote mis experiencias en los lugares de algodón.
Lo que ayer vi fue impresionante, era una gran cama de algodón, parecía un mouse de chocolate blanco, ¡era enorme!, ni siquiera alcanzabas a ver sus límites. Parecía también como un gran pastel regordete, que tenía adornos de chantilly en la parte de arriba y en los lados.
Cuando trataba de entender cómo podrían haber hecho ese gran pastel-cama, de repente algo llamó mi atención, una parte de lo que yo creía era un pastel, ¡se movía!, pero aún no sabía que era, ni como podía estar sucediendo.
¡Ah!, y del otro lado algo también se movía!, pero, ¿qué era?, no alcanzaba a percibirlo.
Entonces saqué mis binoculares para ver si podía verlo mejor y, ¡no te imaginas lo que vi!
No era un gran pastel como creía, ¡sino eran millones y millones de ovejitas dormidas!, pero como estaban todas juntitas y apretaditas, no se alcanzaba a ver bien su forma, hasta que alguna de ellas se movía porque les daba comezón en sus pompis y no lo podían resistir.
Había otras ovejas, que la cola de la oveja de enfrente las hacía estornudar.
Otras roncaban tan fuerte, que las que dormían cerca de ellas pensaban que estaban en una gran batalla, y otras que habían cenado muchos frijoles y sus pancitas y sus pompis estaban un poco inquietas dando un concierto.
¿¡Te imaginas mi sorpresa!?, eran todas las ovejas del mundo en un mismo lugar.
Todas aquellas ovejitas que la gente cuenta cuando no pueden dormir, estaban en esta gran cama de algodón, durmiendo lo más profundo que podían, pues de día descansan para poder estar listas por la noche, para cuando se les necesiten.
Jamás imaginé ver con mis propios ojos, aquellas ovejitas que alguna vez conté porque estaba nerviosa por un examen y no podía dormir, o en aquella noche de Reyes, qué por la emoción de ver mis regalos, también tuve que recurrir a ellas.
Fui muy feliz al ver sus hermosas caritas, eran tan dulces y llenas de paz, incluso las que refunfuñaban en sus sueños.
Bueno, ya me voy a dormir, porque no quiero verlas al rato, ¡y menos a las que dan conciertos con sus pompis!
Alejandra Ledesma es publicista de profesión, terapeuta Gestalt y maestra de meditación por vocación. También es terapeuta holística y estudiante de Tanatología.
Acompaña en proceso terapéutico y en meditación a niños y adultos, con una especialidad de enfoque Gestalt en niños y una certificación de meditación para niños en la Academia Prema.
Cuenta con diferentes subespecialidades de: desarrollo humano, trauma, trabajo con síntomas, mindfulness y una maestría en enfoque Gestalt.
Es fundadora de Daluzaá, terapias, talleres y meditación, donde imparte diferentes cursos y talleres a grupos privados, familias, en el sector educativo y empresarial, además de dar terapia en consulta privada y acompañamiento en duelo a adultos y niños.
Puedes contactarla en Facebook: @Daluzaa, mail: alejandra@daluzaa.com o www.daluzaa.com
Que lindo cuento. Gracias por compartirlo.
Que hermosa cuento me gustó mucho muy hermoso