POR ALLARI PRIETO
Es bien cierto que, si logramos ver el tiempo que estamos viviendo como un tiempo de profundo aprendizaje, nos daremos cuenta de que mucho tendremos que modificar acerca de la educación y el trato que se debe de brindar a los niños en tiempos difíciles.
Evidentemente el esfuerzo que los docentes, colegios e instituciones encargadas de la educación a nivel mundial, hicieron, por tratar de adaptar el conocimiento y tecnología a la “nueva realidad” de los niños; fue inmenso, sin embargo, no en todos los casos esto era lo que los niños necesitaban y desafortunadamente no fue suficiente.
La situación de confinamiento dejó en evidencia, lo obsoleta e insuficiente que resultó la educación tradicional para la guía y tratamiento de los niños en estos momentos.
Inevitablemente surge un profundo cuestionamiento respecto a la educación de los chicos en el confinamiento ¿Qué es lo que los chicos realmente necesitan? Los pequeños no necesitan estar ocho horas frente a una pantalla de tableta o computadora, escuchando contenido que después de un rato les parece irrelevante, no necesitan aprender a memorizar nombres y números, no necesitan entrar en un nivel des estandarización donde todos actúen igual y respondan de la misma manera.
Lo primero y fundamental que los niños requieren es ser reconocidos y aceptados con sus inmensas diferencias, necesitan ser tratados y evaluados desde sus características personales y desde su particular forma de aprender. Instituciones y docentes deben ser sensibles a los tipos de inteligencias a través de las cuales aprende cada chico. Al menos saber que si una niña o un niño no mantiene la mirada fija a una pantalla o escribe todo el tiempo en la libreta, y en su lugar, quizá, juega con un spinner, una pequeña pelota de goma o está sentando en un puff moviéndose, no quiere decir que no le interese o que no esté atento, lo único que quizá quiere decir, es que su tipo de aprendizaje es distinto, es kinestésico y que inevitablemente necesita el movimiento para aprender.
De pronto la educación tradicional parecer ser más que un espacio de apropiación del conocimiento, una herramienta de profundo control. Durante el último ciclo escolar que, en la mayoría de las escuelas fue casi al 100% virtual, se pudieron presenciar muchas acciones que rayaban en la intolerancia y el ridículo.
En alguna ocasión me tocó escuchar decir a una de las maestras que estaba prohibido para los chicos escribir mensajes en el los chats del meet, de tal manera que se coartó totalmente la comunicación y la socialización en el espacio escolar. Yo me pregunto si alguien en realidad se puso a preguntarles a los chicos ¿qué era lo que realmente necesitaban? Yo si me tomé el tiempo de hacerlo con mi hijo, mis sobrinos y mis alumnos de meditación y yoga, y las respuestas son muchísimo más simples de lo que todos hubiéramos esperado:
· Los chicos necesitan hablar, saludarse, reír, socializar en espacios de interacción libres de supervisión, a través de las pantallas.
· Tener la posibilidad de tener un espacio para compartir el almuerzo, hablar de lo que les preocupa y ocupa, hablar de trivialidades, de reírse.
· Necesitan espacios a solas con sus amigos después del tiempo de escuela (en línea, pero a solas, los que tienen edad para hacerlo) en este tiempo como en pocos, se han enfrentado a temas como la pérdida, la enfermedad, el dolor, tienen derecho a hurgar en sus emociones y hablar de ellas con los amigos que han ido haciendo a lo largo de su vida.
· Tienen derecho a mover sus cuerpos y ejercitarse, ya sea caminando unas cuadras alrededor de la manzana, practicando un poco de yoga, corriendo de un lado a otro y los padres tenemos la obligación de brindarles tiempo y espacio para hacerlo.
· Tienen derecho a tener espacios terapéuticos en los que puedan gestionar sus emociones.
· Tienen derecho al trabajo espiritual y la tranquilidad mental.
· Tienen derecho a no encender sus cámaras y mantener privacidad.
· Tienen derecho a no conectarse a todas las sesiones si un día así lo desean.
· Tienen derecho a jugar y querer más tiempo de ocio y aburrimiento para crear.
Lo fundamental es que los niños tienen derecho a ser niños y estar exentos de entrar a una vorágine adulta de obligaciones, logros, metas y productividad, tienen derecho a dejar de estar cargados de sobreactividad, pero sobre todo tienen derecho fundamental a ser quienes son y a tener padres más felices, más plenos, menos estresados, más capaces de compartir tiempo de ocio, con la mirada más fuera del móvil y las pantallas y más puesta en los milagros cotidianos de la vida.
Comments