POR ALEJANDRA LEDESMA
¡¡Pandemia!!
¿Qué es lo primero que piensas cuando ves esta palabra?
¿Qué es lo primero que sientes?
¿Encierro, oportunidades, angustia, sentimientos encontrados tal vez?, o tal vez no piensas nada, sólo vienen sensaciones corporales, que ya se han vuelto comunes; como el hueco en la panza o la presión en el pecho.
Esta pandemia nos ha traído infinidad de cosas; buenas, malas, profundamente dolorosas, algunas llenas de esperanza, alegría y agradecimiento.
Lo que es irrefutable, es que han sido y seguirán siendo tiempos de profunda transformación y que, con ella, también nos hemos puesto de frente con nuestras emociones. Para algunos, algo conocido, para otros, un platillo muy difícil de digerir.
Estos tiempos nos han llevado a hacer, a aprender y a adaptarnos a muchas cosas, a marchas forzadas y las emociones no son la excepción. Pero a diferencia de aprender a manejar Zoom, nuevas recetas de cocina o cómo estirar los ahorros, que es un proceso mental, las emociones no se aprenden; se sienten y si no nos damos espacio a sentirlas, se irán acumulando y como todo lo que carece de movimiento, en algún momento se estanca o se pudre.
Probablemente no todos tengamos los recursos o acceso a una terapia; sin embargo, es importante, que hagamos consciencia de esto y trabajemos con nosotros mismos, con nuestro bienestar, no sólo físico, sino también mental, emocional y espiritual pues somos seres integrales que no nos podemos tratar por separado. Y cuando no le damos espacio a todas las emociones o cuando nos quedamos anclados en alguna de ellas, nuestra vida se desequilibra.
Si nos basamos en la teoría de las emociones de Myriam Muñoz (2009), donde las emociones básicas son: Miedo, Afecto, Tristeza, Enojo y Alegría y que de ahí surgen todas las demás, cada emoción tiene un propósito y es importante darle su espacio y después soltar. Por ejemplo, el propósito del enojo es defendernos, poner límites y a veces, hasta que estamos enojados, es cuando ponemos esos límites; o el propósito de la tristeza es ir hacia sí mismo, y después regresar al mundo a buscar lo que necesitamos.
Cada una, tiene una parte de desarrollo y otra de deterioro. Si sentimos demasiado enojo y por mucho tiempo, se convierte en ira (deterioro) pero, si le damos espacio a sentirla sin luchar contra ella, podría darnos el coraje o el impulso que necesitamos para crear un proyecto o para tomar una decisión importante (desarrollo).
Está bien sentir miedo, está bien sentir enojo, está bien estar frustrado y lleno de incertidumbre. Está bien que te sientas vulnerable ante algo que no ves y que nadie entiende cómo funciona o cuando va a parar. Está bien que le des espacio a esas emociones, a esos sentimientos, pues también son parte de nosotros y es importante reconocer el propósito de cada una.
Está bien darles espacio y después soltar.
Dicen: “Es que no debemos sentir miedo”, bueno, sí y no. Sentirlo, reconocerlo y soltarlo sí, más no quedarte anclado en él. El miedo, en su parte de desarrollo, te ayuda a estar alerta, a cuidarte, a saber, cuando hay peligro, y sin miedo, en este sentido, no podríamos sobrevivir. Es lo que te hace tomar todas las medidas sanitarias, cuidarte y cuidar a la gente que amas.
Reconocer el miedo que sientes, te ayuda a dejar de pelear con él, darle espacio y soltar. Y que también haya espacio para el amor, la compasión, la alegría, la ternura, el agradecimiento a sentirte bendecido por lo que sí tienes. Si no reconoces el miedo o luchas contra él, entones será difícil que haya espacio para otras emociones. Y al darle espacio a estas otras emociones, entonces el miedo toma otra proporción, deja de paralizarte y te ayuda a protegerte y cuidarte.
Todos hemos tenido pérdidas en esta pandemia, algunos más dolorosas, como las pérdidas de seres queridos, otros de la salud o todos de la libertad de salir, de convivir, entre muchas otras. Y esas pérdidas traen sus respectivos duelos y un duelo bien vivido, te da la oportunidad de regresar a disfrutar la vida, cuando te sientas mejor, cuando el dolor haya bajado un poco. Pues la vida continua.
También está bien, que en medio de la angustia, tristeza, pérdidas, incertidumbre y frustración puedas estar rodeado, te sientas feliz, agradecido y hasta emocionado por todas las bendiciones y cosas nuevas que ha traído la pandemia.
Está bien que toda esta situación te haga sentir esperanza y un nuevo sentido a tu vida, nuevos hábitos o acceso a cosas que jamás hubieras imaginado. Está bien celebrar que tienes salud o que las personas que amas están sanas o juntas.
Y tal vez hoy sientas esa alegría de poder abrazar a tu esposo o a tu hermano y mañana tengas miedo porque tu jefe salió positivo y tuviste una reunión con él, y pasado mañana te llenes de ternura por el nacimiento de un cachorro de tu perro o te sientas muy feliz porque ganaste en el “Fantasy*”. Dale espacio a todo eso y más, déjate sentir, déjate tocar por la vida, pues la vida está hecha de todo esto.
Referencias:
Muñoz, M. (2009). Emociones, Sentimientos y Necesidades, Una aproximación humanista. México.
*Fantasy Football: juego virtual de la NFL.
Hermosa y cierta reflexión!!!