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EL DEBER DEL AMOR…

POR FERNANDA BARROSO



Se nos ha dicho que el amor es un sentimiento incondicional; un sentimiento que aflora y que “debemos” amarnos y amar al prójimo y amar a la naturaleza y amar a tus padres…en fin…amar a todo y a todos. Nuestras madres, la religión, la sociedad nos incitan a amar pretendiendo generar así un mundo mejor. Y tienen razón, el amor es nuestra naturaleza y genera una vida mejor, mejores humanos y un mundo mejor. Sólo que no se nos enseña cómo y por ello vamos tomándolo como un deber hacer, un deber ser y perdemos la naturaleza del amor.


Y ¿qué sucede cuando el entorno, los vecinos o incluso nuestra familia no se prestan para ser amados? ¿qué sucede cuando el prójimo me cae súper mal o es cruel e hiriente? ¿o cuando comete atrocidades como violaciones, asesinatos, agresiones? ¿qué sucede cuando me he sentido lastimada por mi pareja, agredido por mi familia, trasgredido por el vecino? Bueno, pues es aquí donde quisiera abordar, desde mi punto de vista, dos errores de perspectiva y de óptica.


Primero, me gustaría invitarte a notar esa connotación de “deber amar”. Todo lo que se te ha dicho en torno a ello: Tus papás te tienen que amar porque son tus padres; tus hermanos te tienen que amar porque son de la misma sangre; tienes que amar a tus hijos porque son tus hijos y si no haces nada de esto eres inhumano, eres más que un monstruo. ¡Solo un desalmado no podría amar a sus padres! Y viene el mandamiento quizás, otra vez, más complicado: tienes que amar al prójimo como a ti mismo… ¡Pero si a veces ni siquiera sé cómo me amo! Y entonces en ese “deber” amar se convierte en una carga para uno mismo.


A continuación, quisiera que apreciáramos las expectativas que le ponemos a nuestro entorno. Todo tiene que ser amable, es decir, digno de amor, para que yo lo ame. Si no, ¿pues cómo? Mi hijo tiene que ser modelo, mis padres tienen que amarme, el vecino tiene que ser amigable, mi pareja tiene que amarme in-con-di-cio-nal-men-te… y así vamos por la vida exigiéndole a todo y a todos que sean amables para que entonces yo pueda cumplir con el mandamiento del amor. Nota como ahora la carga es para los otros.


Quisiera con lo dicho, que pudiéramos notar, sentir y aplicar el antídoto a estos errores en la percepción del amor.

Primero, ELIGE amar. Deja de lado la obligación, deja de lado el qué dirán, deja de lado la idea de que ser un desalmado por no amar. Decide amar; ahora, amar es una elección. Nota cómo viene desde ti hacia el exterior. Ya no es una carga, es una opción. Y al hacerlo consciente, tienes la capacidad de elegir desde dónde quieres vivir. En este caso, desde el amor. Ahora es una decisión…y viene de ti.

A continuación, comencemos por ser amables con nosotros mismos y con el entorno. Seamos amorosos hacia uno mismo para poder ser amables con el prójimo y amar todo como es. Con aceptación. Con respeto. Seamos amables. Despertemos ese sentimiento de amor por nosotros mismos y transmitámoslo a nuestro entorno. Imagina este amor por ti como una luz en tu corazón que se expande por todo tu cuerpo, tu mente, tus emociones, tus acciones y se irradia tocando todo y a todos los que lo rodean. Expándete en amor, pero empieza por ti. Una vez más, el amor es una elección. Y viene de ti.


Con estos dos puntos quisiera invitarte a comenzar a darle una nueva perspectiva al amor para que podamos vivir en y desde el amor.


Y es así, una cuestión básica de vida. La fuerza que mueve al mundo. Es una cuestión de elección. Después de todo, ya lo decían aquellos filósofos de vida: All you need is love.


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