por Karla Montero

Te has preguntado ¿el porqué de la guerra? ¿Porqué tantos niños muriendo de hambre en el mundo? ¿O tantos niños sufriendo abuso sexual? ¿Porqué las injusticias?... cientos de preguntas que comúnmente nos hacemos, quizá no tengan respuesta o quizá lo relevante no sea saber el “Porqué”, sino entender el ¿Para qué?
“¿Para qué?” es una pregunta que abre posibilidades, es una pregunta que propone un cambio, pero lo más importante y valioso, es que es una pregunta incluyente; una pregunta que nos invita a ser parte de la propuesta de solución.
Entonces, ¿para qué suceden los problemas del mundo? Quizá para hacernos más humanos; quizá ocurren para recordarnos lo vulnerables que somos y lo valioso que es contar con alguien a nuestro lado que nos cuide, nos guíe o simplemente nos acompañe por caminos que a veces pueden ser muy tenebrosos. Tal vez, los problemas de otros nos invitan a mirar lo afortunados que somos y nos incitan a desarrollar todo nuestro potencial creativo para solucionar dichas situaciones.
Y si podemos hacer algo por alguien más ¿porqué no hacerlo? Mejor dicho: ¿para qué hacerlo? Quiero contarte todo lo que el SERVICIO me ha dado y al final entenderás “para qué” sirvo.
Dar servicio ha llenado mi corazón de formas inesperadas e indescriptibles; dar servicio me ha recordado lo inmensamente bendecida que he sido a lo largo de mi vida, incluso contando los días más duros.
Dar servicio me ha bendecido ayudándome a mirar mi proceso personal con compasión; a reconocerme en la vulnerabilidad de que esa persona a la que ayudo podría ser yo, podría ser mi hija, podría ser mi madre… y de inmediato me vuelvo a sentir infinitamente agradecida.
Dar servicio me ha ayudado a enfrentarme a mi ego, a entender que nunca se trata de mí, se trata siempre de nosotros, viendo el “nosotros” como una divina e indiscutible UNIDAD.
Dar servicio me ha retado a salir de mi zona de confort, darme cuenta que el amor está más allá de todo y saber que gracias a ese acto de amor, una persona tiene 1% más de Fe en la vida, lo cual me ha hecho recuperar mi propia Fe.
Dar servicio me ha llenado el corazón hasta sentir que quiere explotar, pero también lo ha estrujado al darme cuenta de que todo tiene un límite y hay muchas cosas que no puedo controlar ni cambiar, y sin embargo, aceptarlo también es un servicio.
Dar servicio me ha hecho consciente de lo afortunada que soy, al ser quien puede ayudar y no quien necesita la ayuda. Y me ha hecho desear ayudar a más, y me ha hecho desear llegar más lejos y me ha permitido Servir a través de mis dones y talentos, - lo cual creo puede ser la mayor muestra de gratitud que podría tener ante la Creación.
En conclusión, mi ¿para qué dar servicio?, es darle significado a mi vida, a mis dones, a mi labor, a mis retos de vida, a mis propios procesos. Doy servicio para recordarme una y otra vez mis bendiciones y agradecerlas. Ofrezco servicio con la esperanza de sembrar una semillita de fe en el mundo, doy servicio para compartir un pedacito de lo mucho que la Existencia ha puesto en mí.
Para mí, el servicio representa amor, propósito, trascendencia, abundancia. Y no sólo hacia el prójimo, sino hacia mi misma, soy una gota de mar, todos lo somos y cuando ayudamos a otra gota no podemos ni imaginar hasta donde esa gota llegará haciendo más y más expansiva esa energía de amor.
Así que, quizá muchas veces hayas pedido empatía, amor, ayuda, cuidado, respeto, compañía… quizá Dios (o la energía que para ti lo represente) te esté pidiendo que seas TÚ la fuente de eso, que seas tú una proveedora de eso para el mundo, tal vez te está dando la oportunidad para crear eso que estás pidiendo y compartirlo con otras personas con tu misma necesidad. Todo lo que das regresa, las intenciones son un bumerang, causa y efecto, karma y dharma.
No dudes más, ofrenda con amor tu tiempo, tus talentos y conocimientos, la vida se encargará de proveerte cuando lo necesites y créeme, lo hará en abundancia. Me consta. ¿Ya ti?
A mí me consta que servir es dar amor. Es entregar pedacitos de ti sembrando sonrisas, paz, esperanza, por el simple hecho de ayudar. Entonces te vas con el corazón más satisfecho del mundo y todo el cielo reflejado en tu mirada. Yo siempre he compartido lo que tengo al necesitado, y nunca me falta nada, y eso me hace sentir en abundancia, bendecida,y en agradecimiento.