top of page

Todo comienza y termina en mí


por Karla Montero

A veces quisiera cambiar el mundo, tener el poder para acabar con el hambre, con las injusticias, con el dolor, con las enfermedades, con las guerras…

Muchas veces no voy tan lejos y aún así, quisiera resolver los problemas de mis seres amados, librarlos de todo mal, evitarles toda pena, curarles el alma, ser su salvación…

Y entonces, una voz dentro de mi me recuerda “sálvate a ti”, pues es lo único que puedo hacer, es lo único sobre lo que realmente tengo poder y un gran poder, por cierto. Uno de los grandes regalos que me ha dado la meditación es recordar que TODO COMIENZA Y TERMINA EN MI; todo afuera de mí, tiene el significado que yo elijo darle y me afectará con la magnitud que yo se lo permita.

Hoy me queda claro que no puedo evitar la pobreza de nadie, más que la mía, así que elijo cuidar mis finanzas, pagar mis deudas, resolver mis propios problemas y compartir a la mayor cantidad de personas posibles cómo lo hago, para que cualquiera, por imitación o consciencia, lo haga también.

Hoy comprendo que no puedo evitar el sufrimiento de nadie, es su libre albedrío. Cada uno ha tejido su historia; cada quien tiene un camino por transitar, lecciones por aprender, demonios por derrotar. No puedo pelear sus batallas; hacerlo sería invalidarlos, sería no confiar en su propia capacidad para triunfar, robarles la oportunidad de superarse a sí mismos, trascender sus miedos y develar su verdadera identidad, su divino poder de manifestar una vida dichosa, la infinita capacidad que cada uno de nosotros tiene para CREAR.

Hoy entiendo que no puedo acabar con las enfermedades del mundo, pero puedo cuidar mis pensamientos, alimentar mi alma, nutrir mi corazón, honrar el templo de mi cuerpo con gratitud y en consciencia, de que es el único vehículo que tengo para experimentar este mundo terrenal.

Hoy sé que no puedo hacer nada por nadie si no lo hago primero por mí, sé que no puedo dar nada a nadie que no me de primero a mí. Sólo puedo SER. Ser la consciencia, ser la semilla del cambio, ser la experiencia encarnada, ser el testigo, ser la invitación. Y a partir de ahí, ser el efecto multiplicador que comparta y que guíe a otros con amor sin interferir en su camino. “Ser el cambio que quiero ver en mi mundo”.

Sólo puedo trabajar en mí, sin esperar nada de afuera, sabiendo que todo viene desde adentro, ser un agente de cambio, escuchar a mi corazón, regresar a él una y mil veces para conectar con esa energía ilimitada, con ese amor que une al universo, que nos une a todos. Sólo puedo confiar en que tarde o temprano todos volveremos a casa y el sueño de este mundo se desvanecerá.

Si te identificas con esto, si también te has sentido con la angustia de querer ayudar a alguien y no saber cómo, hoy te invito a que reflexiones esto: puedes elegir unirte a la pena de alguien más, expandiendo esa energía, confirmando su desdicha o puedes acompañarle en amor, sin juicio, sin etiquetas, sin invalidarle. Puedes elegir recordar que todo es un sueño, del que más pronto que tarde hemos de despertar.

El regalo de paz más grande que podemos darnos es saber que nos podemos acompañar con amor, observarnos, apreciar nuestra perfecta imperfección, nuestra grandeza, admirar nuestras diferencias y abrazar nuestras similitudes. Honrar nuestra existencia y nuestro andar; maravillarnos con la vida y con las innumerables oportunidades de experimentarla y volver al amor, agradecer a la creación por la existencia, por la fortuna de coincidir y las infinitas posibilidades que tenemos cada día para amar.


Porque todo, absolutamente todo ES AMOR.

295 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo
bottom of page