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Y se hizo la luz…

por Fernanda Barroso

Hacia una vida en consciencia


Hemos pasado de celebración en celebración. Ahora que nos hemos acostumbrado a esta nueva normalidad, o quizás, más que acostumbrado, nos hemos adaptado, salimos de nuevo a celebrar. Este mes hemos celebrado el 5 de mayo, que para nuestros paisanos en Estados Unidos es una celebración tan marcada como el día de la independencia mexicana; hemos celebrado a quienes nos dieron la vida y a quienes nos guiaron en las enseñanzas de nuestras vidas. Y así, celebrando a la patria, a la madre y al maestro ha transcurrido este mes. Pero ¿te has detenido a observar estas celebraciones? ¿Lo que ellas implican para ti? ¿Lo que tú estás celebrando?

¿Recuerdas que en mi texto pasado hablábamos de la importancia de la pausa? Pues bien, es en esta pausa donde cabe la reflexión y de nuevo te invito a ella para que te preguntes a ti misma, a ti mismo, qué significa para ti, esta alegría que manifestamos al vernos como mexicanos, al honrar a quienes nos dieron la vida, a nuestra vida misma y a quienes nos han mostrado caminos más amables.

En mi reflexión, noto que estas tres celebraciones tienen en común algo: Guía.

Nuestra Patria nos da costumbres, nos enseña tradiciones, nos forma en nuestra cultura y nos da nuestro idioma; así nos va dando identidad. Nuestra Madre Patria.

Nuestra madre, así, sin juicio, nos trajo a este mundo. Nos cargó en su vientre, nos nutrió y protegió y después, entre miedo, dolor, gritos y felicidad, en su mayoría de los casos, nos ayudó a ver la luz, nos alumbró, nos trajo a este hermoso mundo. Es a través de ella también que se nos da nuestra forma de hablar, nuestras creencias, nuestras costumbres claro, complementadas por el padre, la familia los amigos y por supuesto, nuestros maestros.

Esos seres que con su estudio y dedicación nos enseñan a abrir la mente y a aplicar lo aprendido. Más aún, maestro es todo aquel ser que, con su andar previo, sus costumbres, sus vivencias, cuestionamientos y reflexiones, nos pasa su sabiduría; como dice mi querido maestro Jivan Vinod, él ya recorrió el camino con sus curvas y aciertos para mostrarnos por dónde sí. Claro, como en todo, es nuestra elección seguir por el camino ya aluzado o continuar en oscuridad. Y si nos detenemos nuevamente a reflexionar un poco más allá, aceptamos que esas luces nos muestran las sombras que se esconden en la oscuridad y al distinguirlas podemos entonces conocernos, abrazarnos, aceptarnos y modificarnos siempre orientados a una mejor versión de nosotros para dar un sentido a nuestra vida y sobre todo para sentirnos felices el mayor tiempo posible.

Y entonces, todos aquellos a quienes nos encontramos en el camino, aquellos con quienes formamos y andamos caminos, - patria, madre, padre, profesores, amigos, hermanos, libros, niños, vecinos-, están esos regalos de luz, esas lámparas en el camino que son nuestros maestros de vida. Se dice que el maestro llega cuando el alumno está preparado y yo considero que esa preparación a la que se hace referencia es al grado de conciencia con la que vivimos nuestra vida; cuando estamos listos para mirarnos desde una perspectiva realista en la que podemos reflexionar y dar una respuesta propia ante la vida. Cuando con conciencia podemos decidir caminar hacia la luz, hacia una vida más amable y en amor. Cuando somos conscientes y vivimos haciendo contar cada día. Trascendiendo. Viviendo. Respirando. Amando. Aprendiendo. Creando. Disfrutando. En consciencia.

Ahí, es cuando se hace la luz.

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